- ¿Qué es Kava? -
Kava: De bebida ancestral a tendencia global.
En las islas del Pacífico Sur, cuando el sol cae y el ritmo de la vida desacelera, no se alza una copa de vino ni se agita un martini. Se comparte un cuenco de kava. La bebida, de aspecto terroso y sabor peculiar, ha sido durante más de 3,000 años el eje de rituales sagrados, acuerdos tribales y conversaciones profundas bajo la luz de la luna.
Lejos de ser una curiosidad etnobotánica, el kava es una institución cultural. Una raíz que se muele, se exprime, se comparte. Una planta que no solo se bebe, sino que se honra. Su historia no es una anécdota del pasado: es un hilo que conecta generaciones, islas, comunidades… y ahora, también ciudades. Porque en Nueva York, Los Ángeles y otras capitales del mundo moderno, los llamados kava bars están reimaginando la forma en que socializamos, apostando por un regreso al ritual, al momento presente, a la conexión real — sin necesidad de alcohol.
Pero ¿qué es exactamente esta raíz? ¿Por qué ha sido tan importante para tantas culturas? ¿Y qué podemos aprender de su historia, ahora que Occidente la está mirando con nuevos ojos?

Una tradición con más de 3,000 años
Durante más de tres mil años, el kava ha sido el epicentro de la vida comunitaria en las islas del Pacífico Sur. En lugares como Vanuatu, Tonga, Fiji y Samoa, esta raíz no sólo ha acompañado rituales espirituales, sino también momentos cotidianos: negociaciones tribales, encuentros familiares, cierres de jornada. Se bebe con respeto, pero también con naturalidad.

La bebida que se comparte no proviene de una fruta exótica ni de una infusión aromática, sino de una raíz que se cultiva con paciencia. El kava crece lentamente —requiere entre cinco y siete años para alcanzar la madurez óptima— y su valor está en la raíz más que en las hojas o el tallo. Una vez cosechada, la raíz se limpia, se seca y se muele hasta obtener un polvo fino, terroso. Ese polvo se mezcla con agua fría y se macera manualmente, exprimiéndolo a través de fibras naturales, como si se tratara de leche vegetal hecha a mano. El resultado es un líquido turbio, casi lechoso, que se bebe fresco y sin filtrar. Eso que llega al cuenco es kava en su forma más pura: tierra convertida en calma.

¿La razón de su permanencia milenaria? Su efecto. El kava relaja sin desinhibir, calma sin nublar. Suaviza los bordes de un día tenso, afloja la lengua y abre espacio para conversaciones auténticas.
Funciona como un lubricante social natural, sin generar euforia ni dependencia. Estudios científicos han demostrado que actúa sobre los receptores GABA del cerebro, promoviendo una sensación de calma y bienestar, similar al alcohol, pero sin afectar la claridad mental ni comprometer el juicio.
Ese equilibrio entre cuerpo relajado y mente despierta es parte de su encanto ancestral. El kava no invita al olvido, sino a la presencia. Y por eso ha sobrevivido más de treinta siglos, no como una moda, sino como una constante cultural.
Mientras en el Pacífico su consumo es tan común como el café en una plaza europea, el resto del mundo apenas comienza a descubrir lo que estas culturas han sabido desde siempre: que a veces, la mejor forma de conectar con otros —y con uno mismo— no requiere una copa de vino, sino una raíz que sabe a tierra y tradición.
Desde ahí, desde su corazón ritual y su efecto profundamente humano, el kava comienza a expandirse hacia nuevas latitudes.

De ritual ancestral a tendencia global
El kava está cruzando océanos.
Lo que alguna vez fue exclusivo de las ceremonias tribales en islas como Vanuatu o Fiji, hoy comienza a filtrarse en la vida nocturna y cotidiana de ciudades como Nueva York, Los Ángeles o Miami. Ya no es raro ver a jóvenes profesionales cambiando el cóctel de las seis por una bebida de kava servida en copa de vino; no para embriagarse, sino para desconectar del ruido sin apagar la mente.
Los kava bars —espacios relajados que mezclan la estética de una cafetería de diseño con la intimidad de un bar de jazz— están proliferando en Estados Unidos, Australia y Europa. Son puntos de encuentro para quienes buscan conversaciones reales, atmósferas tranquilas y experiencias conscientes. En estos espacios, el kava es el protagonista silencioso: no impone, acompaña.
Y el auge no se detiene ahí. Cada vez más marcas están lanzando versiones ready to drink (RTD): bebidas embotelladas con extracto de kava listas para servirse frías, elegantes y sin complicaciones. Nombres como Kava Haven, Psychedelic Water, Leilo o Mitra 9 ya se disputan un lugar en las repisas de tiendas especializadas, estudios de yoga y refrigeradores de oficinas wellness oriented. Algunas de estas marcas han logrado levantar millones de dólares en inversión, seduciendo tanto a consumidores curiosos como a un mercado en transformación.



Esta tendencia no es casualidad. Responde a un fenómeno cultural más amplio: una generación que está repensando su relación con el alcohol. El “sober curious movement”, la búsqueda de bienestar integral y la necesidad de conexión genuina han impulsado una reducción global del consumo de bebidas alcohólicas. Y en ese vacío, el kava ha emergido como una alternativa elegante, funcional y culturalmente rica.
Porque el kava no sólo calma. También conecta. Y esa combinación —tan simple, tan humana— es justo lo que muchas personas estaban esperando.
¿Y en México?
Aún es pronto para hablar de una escena del kava en México. Hoy, conseguir esta raíz en el país es casi una misión de nicho: se reduce a compras por internet, pedidos traídos desde el extranjero o círculos muy específicos que han descubierto sus propiedades casi por accidente. Los kava bars prácticamente no existen, y las marcas de RTDs no han llegado a los anaqueles nacionales. Pero todo parece indicar que es cuestión de tiempo.
Las señales están ahí.
México es uno de los países donde el consumo de alcohol ha comenzado a mostrar signos de transformación. Las nuevas generaciones están optando por beber menos, mejor y de forma más consciente. De acuerdo con datos del INEGI y diversas consultoras de consumo, los jóvenes de entre 18 y 30 años son quienes más están disminuyendo su consumo de alcohol per cápita. Este mismo grupo es, además, el que ha impulsado fenómenos como el boom de las bebidas funcionales, el crecimiento de los mocktails en bares de autor y la popularización de espacios wellness donde la relajación se busca sin consecuencias al día siguiente.
Por otro lado, el auge global del kava —que ya dejó de ser exclusivo del Pacífico para instalarse en las grandes capitales de occidente— se mueve al ritmo de las redes, los influencers y las comunidades sober curious, muchas de ellas con fuerte presencia en Latinoamérica. Las conversaciones sobre alternativas al alcohol ya están pasando en Monterrey, en CDMX, en Tulum. Y si algo ha demostrado el consumidor mexicano es su capacidad para adoptar lo nuevo, tropicalizarlo y volverlo suyo.
El terreno está listo. Falta que la raíz lo toque.